Lo viejo no muere, a lo nuevo no lo dejan crecer.
Mi nombre es Micaela Román, soy Trabajadora Social, Docente, Perito en Trabajo Social, Diplomada en Políticas Públicas y Gestión Local. Soy Peronista y militante desde los 16 años.
Muchas veces me preguntaron por qué milito y otras tantas me pregunté por qué lo sigo haciendo. Soy de la generación que entendió que la política es una herramienta para transformar la vida de nuestra comunidad y es ahí la categoría que quiero desarrollar.
Hace más de 15 años que el peronismo se ve inmerso en una pelea de egos y disputa de poder, totalmente alejado de la doctrina de la búsqueda de la justicia social y la felicidad de nuestro pueblo. Hace tiempo que La Cámpora (organización que concentró el poder en estos últimos años) desvirtuó las formas del hacer y sentir político bajo dos premisas: Si disentis con sus métodos, sos un traidor, porque lo único que se premia es la obsecuencia. Bajo ese dilema se distribuyen los cargos, lo que los militantes de a pie le llamamos la Dedocracia: Ya no interesan las ideas, la organización comunitaria, ni mucho menos el quehacer cotidiano, sólo basta con asentir y dar "la vida por la jefa".
Muy lejano a ello, está la construcción peronista que tenía como esencia política darle poder a la clase trabajadora, discutir un programa de Nación, construir los consensos necesarios para ser una alternativa de poder que sea capaz de generar las condiciones materiales que otorguen progresos a los habitantes.
Sin dudas lo desarrollado con anterioridad no es ajeno a lo que pasa en nuestra ciudad. Convirtieron al Partido Justicialista en una cáscara vacía, sin protagonismo de sus afiliados, expulsando a la juventud a los golpes, sembrando una mirada caritativa, filantrópica y lo más parecida a las peores prácticas políticas a la hora de la disputa electoral, regalando cosas por un voto, subestimando así la capacidad de nuestro pueblo.
Gran debate nos debemos los peronistas que lejos estamos de sentirnos parte de una nueva generación política local, que lo único que tiene de novedoso y nuevo, son las caras. Sus prácticas, a pesar de que ahora algunos dirigentes digan "Todos somos Axel" y otros "Todos somos Cristina", son lo más viejo y tradicional que impera en el sistema político actual.
Prácticas que, sin dudas, nos llevaron a la crisis de representación que hoy tiene el peronismo en todos los niveles.
Será un gran desafío para las generaciones que creemos en otras formas de hacer y sentir, ser capaces de encontrarnos para reconstruir los valores, la esencia del peronismo y llevarlo nuevamente a lo más alto.
MICAELA ROMAN
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