Las Bicisendas y el estacionamiento vehicular sobre las veredas
Diariamente advertimos que la apuesta política por una ciudad más amigable con el diseño de las bicicletas, plantea nuevos problemas para con el estacionamiento de vehículos sobre las veredas que repercute negativamente en los peatones.
En nuestra ciudad, en los últimos años, la implementación de bicisendas se ha convertido en una tendencia creciente. Estas vías exclusivas para bicicletas no solo promueven la movilidad sustentable y la reducción de emisiones nocivas, sino que también brindan una alternativa saludable y eficiente para el transporte urbano. Sin embargo, este impulso hacia las bicisendas ha planteado un reto importante: el estacionamiento vehicular sobre las veredas.
Si bien las bicisendas se han convertido en un símbolo de ciudades modernas y sostenibles, alentando a más personas a utilizar la bicicleta como medio de transporte, estas vías seguras no solo garantizan la protección de los ciclistas, sino que también mejoran la fluidez del tránsito en general al ofrecer una opción de movilidad adicional. Además de fomentar un estilo de vida más activo y saludable, reduce la congestión y mejora la calidad del aire en áreas urbanas densamente pobladas.
Pero a pesar de los beneficios evidentes de las bicisendas, surge un verdadero problema al considerar el impacto que tiene sobre los peatones su existencia: “el estacionamiento vehicular cruzado sobre las veredas”.
Entendemos que la infraestructura de estacionamiento que poseía Chivilcoy, no había sido diseñada para satisfacer las necesidades cambiantes de la movilidad urbana. La existencia actual de bicisendas, ha llevado a la reconfiguración del espacio vial, generando preocupaciones entre algunos conductores que dependen del uso del automóvil pero que a su vez, no han comprendido que el estacionamiento sobre la vereda además de ser una infracción, influye negativamente en el tránsito peatonal.
En efecto, el peatón al ver impedido su tránsito por el obstáculo que presenta un vehículo atravesado en la vereda, se ve en la obligación de bajar a la calzada como alternativa para proseguir su marcha implicando su desvío, un acto de peligro para su seguridad personal. Ni que mencionar el agravamiento que la problemática provoca a aquellos que deambulamos en silla de ruedas que; ante la escasez de rampas para discapacitados, nos vemos en la obligación de retroceder en nuestro trayecto hasta el encuentro de una rampa que nos permita continuar con nuestro destino.
Es fundamental que el gobierno local, en colaboración con expertos en movilidad y planificación urbana, trabajen en conjunto para soluciones equilibradas que permitan encontrar el mayor desarrollo de las bicisendas sin descuidar las necesidades legítimas del estacionamiento vehicular. Creemos como medida necesaria a tomar, el involucrar a los conductores de vehículos en la toma de conciencia para garantizar una transición exitosa hacia una ciudad más sostenible y amigable con las bicicletas y especialmente, con los peatones.
En resumen, las bicisendas representan un paso significativo hacia la movilidad sustentable y la promoción de un estilo de vida más saludable. Sin embargo, es crucial abordar los desafíos relacionados con el estacionamiento vehicular para garantizar que los peatones como elementos primordiales a proteger en el trajín cotidiano de la circulación, no se vean perjudicados por aquellos que con pensamientos y actitudes tribales, resuelven estacionar su vehículo en la vereda en desmedro del bienestar del conjunto.
Por Luis María Mariano
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