Adriana Berón: “Estamos luchando actualmente para que se conozca bien el rol que cumplimos”
Adriana Verónica Berón es acompañante terapéutica, se encuentra cursando el tercer año de la Tecnicatura Universitaria como estudiante de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata.
La intención de entrevista en Radio del Centro fue poder difundir la tarea que realizan los acompañantes terapéuticos, quienes justamente se encuentran luchando para que salga una ley que reconozca sus derechos.
Introduciendo el tema, Adriana contó: “El acompañante terapéutico surge en la década del ’60 por una necesidad o tal vez se introduce un movimiento psicoanalítico donde el psicoanálisis trabaja en lo singular”.
“Así surge en las instituciones psiquiátricas para tratar lo singular de esas personas porque se consideraba que no todas estaban aptas para permanecer encerradas”, agregó.
Asimismo, explicó: “Hay personas institucionalizadas durante 60 o 70 años, por lo tanto se acostumbran a ese lugar y el psicoanálisis a través de las personas que aparecieron en tal sentido, que luego serán los acompañantes terapéuticos, es tratar a la persona caso por caso a través de una intervención terapéutica donde se evaluará y tratará si tiene, o no, la posibilidad de ser reinsertada a su familia, a la sociedad”.
“Traté personas con Alzheimer, con demencia senil y no todas son iguales. En relación a éstas patologías se trata de estimular lo cognitivo principalmente porque tienen un problema mental y empiezan a olvidarse las cosas. Por lo tanto, tenemos que formar el vínculo con el paciente porque de no ocurrir no hay trabajo posible ni transferencia posible”, consignó.
Además, mencionó: “hay que encontrar el vínculo con la familia. Se trabaja la parte cognitiva, se puede salir a pasear, adquirir un animal, se estimula de esa manera; hay mucha estrategia pero las da el trabajo de la cotidianeidad”.
“El médico está un ratito con el paciente, pero el acompañante está muchas más horas y podemos ver aquello que el médico no”, dio, y añadió: “También hacemos un trabajo interdisciplinario con psicóloga, psiquiatra, psicopedagoga en caso de ser un niño”.
“Luego en el equipo se plantea la tarea que realicé con el paciente y el resto de los profesionales son los que también me ayudarán, así planificar lo mejor para esa persona”, puntualizó.
No obstante, reconoció Berón “cuando no se logra el vínculo o transferencia con el paciente hay que saber dar un paso al costado, ya que no se podrá planificar nada con él”.
“Se hace un trabajo para luego pasar informe al médico en relación a si ese paciente está avanzando o no porque puedo tener un objetivo que no se cumpla por determinados motivos”, manifestó, y aclaró: “Cada paciente es un caso singular no significa que por tener dos con esquizofrenia sean iguales y con un posible tratamiento”.
“Se llega al paciente, amén de su patología, debido al trabajo cotidiano. En principio hay que evaluar el todo, cómo vive, cómo se maneja con su familia, qué necesidades tiene. Las pautas surgen del mismo trabajo”, precisó Berón.
Además, esgrimió: “Estamos luchando actualmente para que se conozca bien el rol que cumplimos porque no somos cuidadoras, no somos enfermeras ni somos maestras integradoras. Como la primera camada que nos recibiremos en Chivilcoy a nivel universitario, después que terminemos de cursar debemos hacer una asociación de los acompañantes terapéuticos en Chivilcoy para empezar a defender nuestros derechos”.
“De hecho, estamos luchando por la ley del acompañamiento terapéutico que está en proceso y obedece a que las obras sociales nos pagan lo que quieren, solamente IOMA nos reconoce, tenemos muchísimas trabas y a nivel privado nos tenemos muchas veces que conformar con aquello que quieren pagar los empleadores cuando no es así porque estamos preparados y mi trabajo vale igual que el de cualquier otra persona”, apuntó, y aseveró: “Es un trabajo arduo estar con pacientes que presentan diferentes problemáticas, a mí me encanta pero no es una tarea sencilla”.
“Es una lucha que recién empieza, a los jóvenes les servirá mucho, no está determinado a qué edad podemos jubilarnos, precisamos la ley”, espetó.
Berón también solicitó a la comunidad que respalden a las acompañantes nuevas, “como no tienen experiencia les dicen que no, pero sí no trabajan cómo van a adquirirla y además saben porque están haciendo una tecnicatura”.
“La satisfacción es dar el alta a un paciente que no siempre sucede. Tuve casos muy difíciles que conjuntamente con el equipo hubo que determinar la internación al no existir otra posibilidad porque el Alzheimer avanza no es que se detiene, podemos alentar a la persona con tratamiento, con estrategia pero avanza”, remarcó, aunque resaltó: “En otros casos tuve la dicha de decir a una persona hasta acá llegué porque podía seguir sola”.
“Trabajo mucho con el adulto mayor y la conciencia colectiva muchas veces piensa que al jubilarse, se jubila de la vida pero no es así sino que está cerrando un ciclo laboral”, afirmó, y amplió: “Por lo tanto, buscamos fortalecer aquello que le gustaba hacer antes de trabajar, quizás postergó algo e incentivarlo por ese lado, acompañar a la familia a entender que el adulto mayor puede continuar haciendo otras cosas. Nuestra tarea consiste en fortalecerlo y motivarlo a hacer otras cosas”.
“Hice una pasantía en un hogar y vi esa angustia porque estar encerrados entre cuatro paredes, sin poder ver nada y es duro. Por lo tanto, a través de los juegos lúdicos, tratar que pasen las horas, ver lo que les gusta y buscar una actividad que los incorpore a todos aunque sin obligarlos a participar”, esbozó.
A continuación, comentó: “La mayoría de los acompañantes tuvimos algún desenlace en nuestras vidas, en mi caso empecé a incursionar en el hospital como cuidadora, después tuve que ayudar a mi papá, empecé a notar las falencias y vulnerabilidad de los adultos mayores porque cuando llega a un hogar obedece a que la familia decidió que no puede cuidarlo y son cosas que me hicieron buscar más estar al lado de un adulto mayor para poder ayudarlo”.
“Tuve que conseguir una disociación de sentimientos porque al principio, como no estaba preparada, llevaba todos mis problemas, angustias a mi casa porque no podía solucionar el problema a ese adulto mayor. Con la tecnicatura, a partir de la formación, me enseñaron a diferenciar trabajo con la vida particular”, sostuvo, y afirmó: “Creamos un lazo afectivo con el paciente pero de no ser estructurados no se puede llevar correctamente un caso, seguir con el tratamiento”.
“Me quisieron contratar para trabajar con pacientes de manera virtual pero no es lo mismo para mí. Una vez que se pudo y con todos los cuidados empecé a tomar casos presenciales porque no se puede trabajar vía zoom con un adulto mayor que no maneja la tecnología además de necesitar la contención de una persona a su lado”, finalizó.
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